Aunque su eficacia no está cien por cien demostrada, la principal característica que se le atribuye es un poder analgésico. De ahí que lo utilicen muchas mujeres para aliviar los dolores menstruales y para tratar el síndrome premenstrual.
Sin embargo, también se suele utilizar para tratar problemas de la piel, como los eccemas, el acné o la psoriasis y en patologías como la artritis reumatoide o la osteoporosis, para aliviar sus síntomas.